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Serie sobre el cambio cultural #2: la transformación personal y organizacional van de la mano

En mi primera publicación de la Serie sobre el Cambio Cultural, DESDE lo Tóxico (Defensivo y Reactivo), HACIA lo Constructivo y Creativo, escribí acerca de tres señales de advertencia que indican que nuestro lugar de trabajo podría ser tóxico, definí la cultura y expliqué cómo comenzar una desintoxicación a nivel organizacional. Durante los últimos 10 años, mi trabajo se enfocó en el cambio organizacional, el liderazgo y el desarrollo de equipos, y en la concientización. Al principio, mi trabajo se enfocó más en el cambio de los procesos y menos en la transformación personal. La idea era que si podemos implementar estos sistemas y hacer que la gente los acepte y adopte, entonces el cambio será exitoso. Lo que observé con este enfoque fue una falta de sostenibilidad en los resultados, así que decidí enfocarme en la interconexión e interdependencia entre la transformación personal y organizacional, lo cual constituye la dimensión humana del negocio.

El futuro de una organización se forja a través de las elecciones que toman las personas dentro de esa organización. ¿Cuál es el cambio de modelos mentales que se necesita a nivel individual y de equipo para permitir un cambio de comportamiento y apoyar la transformación de la cultura? La organización no puede transformarse a menos que las personas dentro de ella estén dispuestas a desafiar las creencias, sesgos y suposiciones de larga data, con el fin de generar nuevas aspiraciones, posibilidades y opciones. La elección sigue a la consciencia.

El desafío para la mayoría de nosotros que trabajamos con otras personas es que es más fácil enfocarnos en lo que hacen otras personas, como por ejemplo nuestro jefe, compañero de trabajo o empleado, y culparlos a ellos, en lugar de enfocarnos en lo que nosotros podemos hacer y en cómo podríamos contribuir al problema. Lamentablemente no podemos cambiar a los demás. A quienes sí podemos cambiar es a nosotros mismos y convertirnos en quien quisiéramos ser para darle forma al futuro que aspiramos.

Para mí, la transformación personal comienza por aceptar y hacer las paces con el presente. Desde este espacio, me resulta más fácil abrirme, invitar a la curiosidad en vez de al juicio, y acceder a mi sabiduría interior para obtener una perspectiva nueva y explorar mis opciones. Estos son algunos de mis ejercicios cuando necesito empezar de nuevo o me encuentro atascada.

Transformación personal — Desintoxicación 101

Hacer las paces con el presente: Aceptar donde estamos ahora y apreciar todas las cosas que experimentamos, aun cuando algunas sean realmente frustrantes. Estas experiencias nos forman y nos hacen crecer.

Acceder a nuestro poder personal: Recordemos, nosotros elegimos. La forma en que vuelvo a la elección cuando me siento atascada y culpo a los demás es recordarme a mí misma lo siguiente: yo elijo este trabajo o esta relación, por lo tanto también elijo todo aquello que trae aparejado y que no quiero. Este cambio de atención crea una energía diferente y me ayuda a recuperar mi poder de creación en mi vida.

Imaginar qué es posible: Permitámonos soñar y pensar en grande. ¿Qué queremos realmente? ¿Qué nos da felicidad, plenitud y satisfacción?

Reflexionar acerca de qué es lo que no funciona: Esto requiere una autoevaluación precisa y la voluntad de pasar de las quejas a las soluciones. ¿Qué pequeños cambios podemos hacer ahora?

Alinear la visión con los valores: La visión es saber que queremos para nuestra vida. Los valores son quien queremos ser mientras estamos en el proceso de crear nuestra visión. Ya sea que obtengamos lo que queremos o no, perseguir nuestros sueños de una manera consistente con nuestros valores es lo que a la larga nos brinda satisfacción, realización y paz interior.

Abordar asuntos pendientes: ¿Qué rencores o quejas debemos dejar ir para liberar nuestra energía? ¿Necesitamos pedir disculpas o perdonar a alguien?

Establecer límites: Establecemos límites al detener ciertos comportamientos propios en primer lugar  y luego haciendo pedidos claros a los demás. Aclaremos que está bien y que no. Asumamos una mayor responsabilidad por nuestros compromisos y examinemos los motivos para decir sí o no.

Elevar nuestros estándares personales: Sin chismes, quejas o charlas internas negativas por esta semana. Practiquemos ser impecables con nuestras palabras. Antes de hablar, preguntémonos: ¿es amable?, ¿es necesario?, ¿es verdad?

Ejercitar la gratitud y el aprecio: Estudios demuestran que la ejercitación regular de la gratitud y el aprecio, incluyendo anotar las experiencias por las que estamos agradecidos o el armar un listado mental, puede derivar en una mejor salud, menos estrés y una visión más optimista de la vida.

Preguntar a los demás: Elijamos a cuatro colegas y preguntemos: “¿qué cosa podría hacer que generaría una mejora en nuestra relación?” Simplemente escuchemos y agradezcamos que hayan compartido su perspectiva. Si estamos en una posición de liderazgo o gerencial, deberíamos considerar pedir una Evaluación 360°.

Crear un equipo de apoyo: No tenemos que hacerlo solos. Pensemos en el apoyo que necesitamos y qué nos ayudaría a mantenernos motivados y a seguir siendo responsables. Pidamos ayuda y celebremos el éxito alcanzado. Consideremos la posibilidad de contratar un coach o mentor.

Somos parte de un todo, por lo tanto elegir nuestros pensamientos, palabras y acciones con mayor conciencia del impacto y tener una clara intención contribuirá a un entorno de trabajo más constructivo. Richard Fields escribe en Living Mindfully, “Una cosa que sabemos de la teoría del aprendizaje es que obtenemos más de aquello que ejercitamos y practicamos en la vida”. Dediquémonos a ejercitar. Luego repitamos.

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